Se dice que la mejor forma de evitar que algo empeore es ignorarlo.
Esta teoría es aplicable a males tales como los dolores de cabeza o la gripe. Que te duele la cabeza? Tu pasa de ella, seguro que al final se cansa. ¿Qué tienes gripe y todo tu cuerpo te pide que no abandones la cama? Pues nada, a salir de fiesta y a bajar la fiebre a base de bebidas con hielo. Esta lucha contra lo inevitable nos da falsas treguas, un día te confías: vaya, parece que hoy estoy mejor, voy a darme una vuelta para celebrarlo, y esa misma noche acabas delirando en el sofá de tu salón, viendo pitufos o dragones. Siempre nos queda la tortilla de paracetamol, pero creo no debería hablar aquí de eso (niños no hagan esto es sus casas, de acuerdo?)
Otra de las situaciones en las que el sistema “ignóralo y vencerás” funciona: adversidades climatológicas. La adaptación de las personas a las inclemencias meteorológicas puede llegar a ser casi total cuando éstas son sometidas a largos inviernos lluviosos. Ejemplo: durante mi estancia en Dinamarca me impresionó que lloviese, nevase o hiciese un viento de mil demonios, la gente seguía usando la bicicleta. Cuantas veces en España hemos dicho: Paso de salir que está lloviendo. Pues bien, si hubiera hecho eso mismo en Odense me habría pasado la mayor parte del invierno y la primavera encerrada en mi casa.
Después de incontables paraguas rotos por el viento durante días de lluvia (el último hace a penas un par de semanas), cada vez rehúso más a utilizarlos. La verdad es que con una buena chaqueta impermeable todo se arregla. También existe la posibilidad de caminar pegado a las paredes, aprovechándonos del pequeño resguardo que nos proporcionan los aleros de las casas.
Que llueve, a mi me da igual. Yo sigo haciendo lo que hago todos los días. Cierto es que, cuando llego caladita hasta los huesos al intentar “ignorar” una tormenta típica veraniega, me pregunto si no será que cuanto más las ignoras más fuertes se vuelven.
Y esa sensación de ser tú la única estúpida que se ha decidido a volver a casa en bici.
Otra técnica: intentar llenar ese tiempo en el que no podemos salir sin mojarnos, con otras actividades lúdico-festivas. Que sigue lloviendo?: Otra cervecita camarero…
Otra de las situaciones en las que el sistema “ignóralo y vencerás” funciona: adversidades climatológicas. La adaptación de las personas a las inclemencias meteorológicas puede llegar a ser casi total cuando éstas son sometidas a largos inviernos lluviosos. Ejemplo: durante mi estancia en Dinamarca me impresionó que lloviese, nevase o hiciese un viento de mil demonios, la gente seguía usando la bicicleta. Cuantas veces en España hemos dicho: Paso de salir que está lloviendo. Pues bien, si hubiera hecho eso mismo en Odense me habría pasado la mayor parte del invierno y la primavera encerrada en mi casa.
Después de incontables paraguas rotos por el viento durante días de lluvia (el último hace a penas un par de semanas), cada vez rehúso más a utilizarlos. La verdad es que con una buena chaqueta impermeable todo se arregla. También existe la posibilidad de caminar pegado a las paredes, aprovechándonos del pequeño resguardo que nos proporcionan los aleros de las casas.
Que llueve, a mi me da igual. Yo sigo haciendo lo que hago todos los días. Cierto es que, cuando llego caladita hasta los huesos al intentar “ignorar” una tormenta típica veraniega, me pregunto si no será que cuanto más las ignoras más fuertes se vuelven.
Y esa sensación de ser tú la única estúpida que se ha decidido a volver a casa en bici.
Otra técnica: intentar llenar ese tiempo en el que no podemos salir sin mojarnos, con otras actividades lúdico-festivas. Que sigue lloviendo?: Otra cervecita camarero…
1 comentarios:
Cañita del tigre!! yeaaaaaah!!
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