En mi casa casi siempre está la radio sonando. No soy de las que pienso que la radio haga compañía, pero está bien de vez en cuando que algo no nos permita escuchar el silencio. Nos acostumbramos a escuchar voces sin rostro, canciones repetidas, entradillas insistentes…
En las familias siempre hay tradiciones que pasan de generación en generación sin una razón aparente. Son hábitos que acabamos haciendo propios sin saber muy bien el porqué. En mi caso, escuchar la radio durante la comida se ha convertido en una costumbre arraigada. Durante mi primer año fuera de casa, la radio me acompañó de forma continua, me ayudaba a sentirme un poquito más cerca de lo que antes hacía, me ayudaba a estar de algún modo conectada a lo que, hasta entonces, había sido mi casa.
Para bien o para mal en mi casa se escucha RNE. Será que mi abuelo ya la escuchaba y por eso mi padre la elige. Yo sigo los pasos de mi padre de algún modo y lo que más escucho es Radio 3. Algunos programas los sigo desde hace años y otros, por desgracia, han desaparecido.
Durante mi último año de instituto, cuando me levantaba, la radio estaba ya sonando. Mientras me preparaba para ir a clase escuchaba un serial radiofónico que siempre comenzaba con la frase: “Cuando Juan y Tula fueron a Siritinga”…Serial de aventuras de dos jóvenes intrépidos en un mundo de fantasía. Coincidía con mi desayuno. Nunca salía de casa sin que hubiese acabado el capítulo del día. Corriendo, bajaba a casa de Leticia y de allí a clase. No sé muy bien porque no se siguen haciendo estos seriales. Me encantan. Me fascina la facilidad con que los actores transmiten sólo con su voz todo lo que pasa en la escena. Además, tienen una gran ventaja, sólo hay que escuchar, no es necesario mirar a ningún punto en particular (o caja en especial).
En Madrid, mientras me dirigía al trabajo siempre escuchaba “Música es tres”. Aún ahora, este es el programa que me acompaña por las mañanas. ¿Qué es lo que me gusta de él? Pues bien, supongo que a parte de la música que ponen, me encantan los fragmentos literarios que intercalan (la mirada oblicua…), los comentarios de exposiciones, conciertos, charlas… Estando en Madrid me ayudaba bastante a conocer la agenda cultural de la zona.
Sinceramente, me encantaría trabajar en la radio, una pena no tener una voz atrayente, de esas que endulzan, de esas que parecen pesar en el aire. Me conformaré con seguir siendo “escuchante”, con seguir esperando que de nuevo, Juan y Tula vuelvan a Siritinga.
En las familias siempre hay tradiciones que pasan de generación en generación sin una razón aparente. Son hábitos que acabamos haciendo propios sin saber muy bien el porqué. En mi caso, escuchar la radio durante la comida se ha convertido en una costumbre arraigada. Durante mi primer año fuera de casa, la radio me acompañó de forma continua, me ayudaba a sentirme un poquito más cerca de lo que antes hacía, me ayudaba a estar de algún modo conectada a lo que, hasta entonces, había sido mi casa.
Para bien o para mal en mi casa se escucha RNE. Será que mi abuelo ya la escuchaba y por eso mi padre la elige. Yo sigo los pasos de mi padre de algún modo y lo que más escucho es Radio 3. Algunos programas los sigo desde hace años y otros, por desgracia, han desaparecido.
Durante mi último año de instituto, cuando me levantaba, la radio estaba ya sonando. Mientras me preparaba para ir a clase escuchaba un serial radiofónico que siempre comenzaba con la frase: “Cuando Juan y Tula fueron a Siritinga”…Serial de aventuras de dos jóvenes intrépidos en un mundo de fantasía. Coincidía con mi desayuno. Nunca salía de casa sin que hubiese acabado el capítulo del día. Corriendo, bajaba a casa de Leticia y de allí a clase. No sé muy bien porque no se siguen haciendo estos seriales. Me encantan. Me fascina la facilidad con que los actores transmiten sólo con su voz todo lo que pasa en la escena. Además, tienen una gran ventaja, sólo hay que escuchar, no es necesario mirar a ningún punto en particular (o caja en especial).
En Madrid, mientras me dirigía al trabajo siempre escuchaba “Música es tres”. Aún ahora, este es el programa que me acompaña por las mañanas. ¿Qué es lo que me gusta de él? Pues bien, supongo que a parte de la música que ponen, me encantan los fragmentos literarios que intercalan (la mirada oblicua…), los comentarios de exposiciones, conciertos, charlas… Estando en Madrid me ayudaba bastante a conocer la agenda cultural de la zona.
Sinceramente, me encantaría trabajar en la radio, una pena no tener una voz atrayente, de esas que endulzan, de esas que parecen pesar en el aire. Me conformaré con seguir siendo “escuchante”, con seguir esperando que de nuevo, Juan y Tula vuelvan a Siritinga.
1 comentarios:
Suena "Mar, el poder del Mar", de Facto Delafe con las Flores Azules. No es la radio, aquí en este país no suelo escuchar ninguna radio, excepto alguna de música en la oficina.
He estado echando un vistazo a tus fotos. Debí haberte dejado la cámara más tiempo, tienes fotos realmente buenas. Tenemos que hacer una sesión de esas, con muchas luces y sombras, buscando la historia perfecta en una foto :)
Besazos, descubrimiento de Venecia :)
Publicar un comentario