La ventaja de que Suiza sea un país pequeño es que en un par de horas puedes estar prácticamente en cualquiera de sus ciudades, es más, de punta a punta (lo que sería un viaje Ginebra-Zürich) no hay más de 4 horas en tren. Además , la frecuencia de los trenes es bastante alta, con lo que cualquier día libre puedes decidir en la propia estación, donde pasar la tarde. El único inconveniente es el precio del transporte, pero no todo podía ser de color de rosa.
El último fin de semana de Octubre, decidí ir a Zürich. Estaba en Berna visitándome un viejo amigo el cual conocí en mi Erasmus en Dinamarca (¡Ciao, Piero!) . Todos imaginamos Zürich como una ciudad repleta de bancos, oficinas de inversiones y fabricantes de relojes. Pues bien, no es todo como uno se lo imagina. La verdad es que me sorprendió la ciudad, aunque fuese un día nublado y que amenazaba lluvia, su zona antigua me encantó. Creo que nunca había visto un lago tan grande como el Zürisee ("El lago de Zürich") y supongo que en verano tener un lago como este en plena ciudad debe ser una auténtica maravilla, habrá que volver para entonces.
El día 1 de Noviembre, aunque en Berna no fuese día festivo, los españoles, por eso de las fiestas celebradas en tierras patrias, no tuvimos que trabajar. Aprovechando la ocasión y aunque el tiempo no acompañó, nos decidimos a visitar el pueblo de Gruyères. El nombre de este pueblo a todo el mundo le suena a queso. ¡Pues sí! En las cercanías de este pequeño pueblo es donde se fabrica el famoso queso Gruyère. La verdad es que el pueblo es bonito, pero lo que más me gustó fue la fondue que degustamos en un restaurante del lugar, del cual salimos oliendo a queso...
Mirad que monas que son aquí las fondues, con vaquita y todo...
El último fin de semana de Octubre, decidí ir a Zürich. Estaba en Berna visitándome un viejo amigo el cual conocí en mi Erasmus en Dinamarca (¡Ciao, Piero!) . Todos imaginamos Zürich como una ciudad repleta de bancos, oficinas de inversiones y fabricantes de relojes. Pues bien, no es todo como uno se lo imagina. La verdad es que me sorprendió la ciudad, aunque fuese un día nublado y que amenazaba lluvia, su zona antigua me encantó. Creo que nunca había visto un lago tan grande como el Zürisee ("El lago de Zürich") y supongo que en verano tener un lago como este en plena ciudad debe ser una auténtica maravilla, habrá que volver para entonces.
El día 1 de Noviembre, aunque en Berna no fuese día festivo, los españoles, por eso de las fiestas celebradas en tierras patrias, no tuvimos que trabajar. Aprovechando la ocasión y aunque el tiempo no acompañó, nos decidimos a visitar el pueblo de Gruyères. El nombre de este pueblo a todo el mundo le suena a queso. ¡Pues sí! En las cercanías de este pequeño pueblo es donde se fabrica el famoso queso Gruyère. La verdad es que el pueblo es bonito, pero lo que más me gustó fue la fondue que degustamos en un restaurante del lugar, del cual salimos oliendo a queso...
Mirad que monas que son aquí las fondues, con vaquita y todo...
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